Opinión

Ni en peores momentos se estuvo tan mal

Por: Alfonso Sierra

La situación deportiva de Llaneros Fútbol Club, hace rato pasó de castaño a oscuro. Ni el campeón de los pesimistas, seguro que le apostó a un resultado deportivo tan pobre, como el que tiene el equipo en el Torneo Betplay II. Todo pudo pensarse, menos, en esta campaña franciscana.

Las cosas no son por que sí. Siempre hay una causa. Un porqué. El punto es encontrarla, no para echar culpas ni hacer juicios de responsabilidades, sino para construir sobre las equivocaciones y proyectar un futuro distinto. Muchas veces, se aprende más de los errores, que de los aciertos.

El aterrizaje de planchazo, deja más de una enseñanza. La primera es la importancia de aplicar la palabra mesura. En alguna columna publicada en un espacio similar a este, antes de iniciarse el presente torneo, y previo al pasado, se dijo que ‘no por madrugar más, amanece más temprano’ y que del ‘afán solo queda el cansancio’.

Comprensible es el interés de mirar a Llaneros FC en la primera división del fútbol profesional, pero, como nos decían en la escuela: ‘despacio y con buena letra’. Para un club que apenas tiene unos cuantos meses de haber comenzado a estructurarse institucionalmente, pese a contabilizar casi nueve años de existencia, lo más importante es la organización de la casa.

Tarea donde los logros alcanzados entregan réditos muy significativos, que hacen ver con optimismo el devenir del equipo. En breve se ha conseguido mucho: fortaleza administrativa, sede deportiva, la puesta en marcha de la escuela formativa (que nunca tuvo), equipo femenino y de menores en varias categorías, recuperación de la imagen corporativa y de la confianza de aficionados y patrocinadores, entre otras.

El inmediatismo, generalmente no es un buen amigo, ni un apropiado consejero. Queremos acostarnos ilíquidos y levantarnos millonarios. Poco y nada entendemos que la vida se compone de etapas que deben quemarse, y que los procesos metódicamente conducidos, son los que llevan a conquistar los objetivos soñados. Un niño nace, luego gatea, después da pasos, al tiempo camina, y por último corre.

Con relación al descalabro de este semestre, hay tela de donde cortar. Más allá de lo sostenido frente a la inconveniencia de desbocarse, no obstante, el sano fin perseguido de pretender ascender rápido; hay causales a las cuales puede atribuirse el fracaso deportivo, porque no existe eufemismo válido, para dejar de decirlo como es, fracaso deportivo.

Es evidente que se ha improvisado. De qué otra forma puede entenderse, que se cambiara casi medio equipo, con miras a enfrentar el presente torneo, al margen de si era o no el esperado, el rendimiento de los jugadores desvinculados. El asunto no pasaba por la bien intencionada idea de reforzar la plantilla, como se hizo, sino por el escaso tiempo de trabajo de que disponía el técnico. En algo más de una semana de ‘pretemporada’, se debió viajar a Santa Marta para disputar el primer partido de 2021.

¿Cuál entrenador cohesiona, es unos cuantos días, a un grupo de futbolistas nuevos, por buenos que sean, con quienes venía trabajando? La respuesta, seguro que es obvia, ninguno. Los conceptos tácticos, la idea de un patrón de juego y la definición de una nómina base, se adquieren con la repetición de muchas jornadas de prácticas. Para eso se entrena.

Que era indispensable incorporar jugadores, claro que sí, pero en menor número. Cantidad, no es igual a calidad, ni a necesidad. Reforzarse no es lo mismo que renovar prácticamente una plantilla. Aquí vale preguntarse ¿si los fichajes, algunos con nombres sonoros y acompañados de trayectoria importante, correspondieron a una solicitud técnica, o fue una exclusiva decisión directiva?

También, ¿Dónde quedó la continuidad de lo trabajado el año pasado, si casi debió iniciarse otra vez, al modificarse buena parte de la nómina? y ¿se desestimó con ligereza que el actual torneo, era el segundo de la temporada 2020 – 2021? Temas que, como experiencia adquirida, deben entrar en el análisis juicioso de quienes deciden en Llaneros Fútbol Club.

Igualmente, el aprendizaje que queda sobre lo que representa en un club con pretensiones grandes, la presencia de un técnico experimentado desde el comienzo de un campeonato. Mal se haría responsabilizar a Walter Aristizábal, de la cuasi eliminación. Su equipo, lo evaluaremos en el semestre próximo. Lo que ha visto, como en lo que falta por competir, tiene que darle luces, de cara al Torneo Betplay que inicia a mitad de año y entrega dos equipos ascendidos.

No tener en cuenta a los jugadores, es dejar la mesa coja. Es evidente que, indistinto de lo dicho, Llaneros posee una de las mejores nóminas de la Primera B. Dispone de futbolistas que por su recorrido y palmarés, varios equipos los quisieran, inclusive de la categoría A. ¿Cuál es la cuota aportada por los que juegan, en los malos resultados?, de la misma manera, es pertinente cuestionarse. Por lo observado, no hay muchos que hayan marcado diferencia y respondido a lo esperado.

A cinco fechas de terminar la fase de clasificación, para un equipo que tocó la puerta con traje de gala y provisto con muy buenas condiciones, es triste y frustrante verse afuera y marginado de la fiesta final del Torneo Betplay II: resulta inexplicable la posición 13 ocupada hoy entre 16 equipos, que solo haya sumado 8 puntos de 30 disputados, ganado de local, uno de cinco partidos (la otra victoria la obtuvo de visitante) y que haya marcado 6 goles y recibido 12 anotaciones.

Levantarse tiene que ser el propósito ahora. ‘No es más grande quien no ha caído, sino quien se ha levando’. Eso sí, evaluando con la cabeza fría lo sucedido.

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