Contrario a lo que pueda decirse, o hasta creerse, la participación del Meta en los XXII Juegos Deportivos Nacionales, simplemente volvió a demostrar lo lejos que se está, no ante las grandes potencias, que se sabe nos llevan años luz, sino frente a departamentos similares al nuestro.
Que Quindío, con algo más de la mitad de la población residente en el territorio metense, logre las mismas 8 medallas de oro ganadas por el Meta, y que lo supere con 7 de plata frente a las 6 obtenidas por representantes metenses, debería llamar a la reflexión y a mirar son seriedad los resultados; dejando de lado el triunfalismo simplista y propagandístico.
Boyacá, apenas con un poco más de habitantes que quienes viven en el Meta, ganó 30 preseas de oro, 32 de plata y 21 de bronce para 83 en total, muy por encima de la delegación de nuestro departamento, que obtuvo 8 oros, 6 platas y 17 de bronces. En los Juegos Deportivos Nacionales de 2023 el Meta obtuvo 31 preseas.
Basta mirar la tabla de medallería para toparse con la realidad. Meta ocupa la casilla 13, distante en cantidad de preseas conquistadas por Risaralda, Bolívar, Santander, Caldas, Atlántico y Cundinamarca, los cuales acumularon más de 70 cada uno, y de Tolima que llegó a 47. Ni hablar de la diferencia abismal que nos sacaron Valle del Cauca, Antioquia y Bogotá.
Pero agreguémosle, con sentido común y mirando nuestra triste verdad, a cuáles delegaciones superó Meta en la misma tabla: a Norte de Santander, Casanare, Huila, Córdoba, Cesar, Liga Militar, Nariño, Magdalena, Sucre, Arauca, Cauca, Guanía, Caquetá y Chocó, ninguno está entre los importantes del deporte colombiano. Somos cabeza de ratón, o cola de León, como quiera verse.
Con la superficialidad y el folclorismo rampante con la que suelen mirarse las cosas, y querer convertir en grandes logros, resultados nada sorprendentes en relación con lo que deportivamente hemos sido; se han lanzado cohetes afirmando que Meta logró la mejor actuación de su historia en el máximo evento del deporte colombiano. Veamos a la luz de lo palpable.
Es ocioso comparar lo hecho ahora, frente a lo acontecido con la participación metense en los Juegos Atléticos Nacionales de 1985. En aquel entonces se repartieron 186 medallas de oro, 181 de plata y 187 de bronce, y se compitió en 17 deportes. Esta vez se entregaron 644 de oro, 641 de plata y 795 de bronce, y se disputaron 42 deportes (con sus respectivas disciplinas en varios de ellos). La diferencia salta a la vista.
En las justas que a mediados de la década del 80 tuvieron sede en Villavicencio, Meta conquistó 7 oros, 7 platas y 19 bronces, para 33 preseas acumuladas, que le significaron el octavo puesto en el tablero general, y colgarse el 5.9% de las 554 preseas entregadas. En los Juegos del Eje Cafetero, Meta sumó 31 (2 menos que en los pasados donde llegó a 33), ocupó el puesto 13, venía de ser 12 en los de Juegos de Bolívar 2019, y esta vez ganó el 1.4% de las 2.080 medallas repartidas. Las matemáticas son precisas.
Que paradoja, mientras en Risaralda celebran con alegría haber alcanzado 25 medallas de oro y 107 en el acumulado que llevaron a este departamento por primera vez a ser quinto en unos Juegos Nacionales; en el Meta se trata de convertir la actuación en histórica, cuando la realidad muestra que se perdió una casilla, con relación al lugar obtenido en los Juegos de hace cuatro años.
Lo conseguido por la delegación metense, plausible, desde luego, y digno del reconocimiento debido para los competidores que subieron al podio, y para los que no pudieron hacerlo, pero nos representaron con honor; es producto ‘FUNDAMENTALMENTE’, del talento, esfuerzo y compromiso de los deportistas, del trabajo técnico, de la gestión dirigencial, del apoyo de los padres de familia, como del compromiso de municipios donde han valorado el deporte.
Casi que irrespetuoso es abrogarse en la institucionalidad la actuación lograda. A unos cuantos días de iniciar los Juegos Nacionales, circulaba en redes sociales el vídeo donde la destacada deportista de tiro con arco, Mónica Daza, clamaba porque se le entregara a la selección metense de arquería la implementación deportiva prometida.
Implementación que, valga decir, había sido anunciada desde el 2021 y que, se suponía, era para el proceso de preparación de cara a los eventos clasificatorios. Solo a unas escasas semanas de iniciar las justas cafeteras, se apoyó financieramente en Idermeta, la asistencia de seleccionados a unas pocas concentraciones, y ‘casi antes de entrar al escenario a competir en los Juegos’, recibieron los competidores metenses los implementos deportivos que duraron más de dos años para ser entregados.
Como la memoria es frágil, es oportuno recordar que en su momento las ligas deportivas del Meta amenazaron con no participar en los Juegos por la falta de apoyo departamental, que en la liga de boxeo los deportistas hicieron una rifa para comprar guantes, que en la de billar, como en otras, los competidores o los padres de los deportistas, pagaron con su bolsillo la ida a torneos de clasificación, y que una selección de baloncesto entrenó con los únicos dos balones reglamentarios, que eran propiedad del club de uno de los entrenadores. Quedan datos de otras partes, que haría más larga la lista de penurias por las que pasó el deporte del Meta en su tortuoso camino a los Juegos Deportivos Nacionales 2023.
En los ‘Juegos Olímpicos de Colombia’ ganan las medallas, principalmente, los deportistas élite, sobre todo las de oro y plata. Las sorpresas son escasas. Que el pesista Hugo Fernando Montes, la fondista nacional Raquel Agudelo y que Carlos Andrés Sanmartín se hayan colgado preseas de oro, era esperable y, por lo tanto, presupuestable. Son figuras del deporte colombiano.
Sorprendió gratamente las preseas metenses obtenidas en tiro con arco, actividades subacuáticas y hapkido, en las que nunca se habían obtenido logros de esa magnitud en las justas del país. La exitosa presentación en pesas, el retorno al podio del tejo masculino, la confirmación del favoritismo en los atletas que eran candidatos a medallas, y la contribución ofrecida por las disciplinas de boxeo, taekwondo, patinaje y judo.
Para el Meta, donde a esta altura del partido, aún no se sabe con claridad qué es el deporte de alto rendimiento, y donde no se ha comprendido a cabalidad, que en los Juegos Deportivos Nacionales está representado el departamento; haber conquistado preseas es mucho más que meritorio, atribuyendo, por supuesto, el mérito a quien realmente lo debe recibir.
En el deporte metense NUNCA hubo un plan serio, metódico y orientado con criterio técnico – deportivo, para preparar los competidores que nos representaron. Se trabajó con las uñas, literalmente. Por ejemplo, este año fueron demolidos para ser reconstruidos escenarios donde entrenaban los deportistas en la Villa Olímpica. Por eso y más, es que todo lo que se alcanzara en las justas del Eje Cafetero, era una absoluta ganancia. Infinitas gracias y muchas felicitaciones a quienes lo hicieron posible.
Coletilla: Lo dijo Napoleón Bonaparte: “La victoria tiene cien padres, la derrota es huérfana”.