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Reflejo de la decadencia dirigencial

Por: Fernando Cadena B Prensa 5-50

La decisión de Panam Sports de retirar la sede de los Juegos Panamericanos del 2027 a Colombia y en particular a Barranquilla, es el triste pero fiel reflejo de lo que es la dirigencia decadente de nuestro país.

Lo digo porque, primero, aunque hay que reconocer que todo lo que haga el Estado es paquidérmico (al menos en Colombia), esa decisión es la consecuencia de una combinación entre burocracia, tramitomanía, incompetencia, negligencia y desidia que se impone en todos sus niveles, sea cual sea el Gobierno que tenga la responsabilidad.

Y segundo, porque esa negligencia, incompetencia y desidia se refleja en la manera en que muchos funcionarios abordan los temas, que como el de los Panamericanos resulta de una dimensión superlativa para el país. Incluso el Presidente de la República le sumó otros dos adjetivos: “Ignorancia y miedo en las decisiones administrativas”.

Es que los Juegos Panamericanos son la máxima cita del deporte de nuestro continente y la antesala de los Juegos Olímpicos, que reúne a todos los deportistas de élite del área y por consiguiente el evento ideal para que los atletas colombianos logren su clasificación a la Olimpiada o, si ya la tienen, compitan en un evento de máxima exigencia en su preparación para la misma.

Pero además de la importancia deportiva, es un certamen trascendental para generar turismo hacia el país y asimismo internamente para dinamizar toda la cadena que representa este sector económico; para proyectar una imagen positiva hacia el exterior del país y por supuesto de la ciudad sede, y para posicionar a Colombia como sede de grandes eventos.

Sin embargo, parece que nada de eso resultó trascendente para nuestros dirigentes. Tuvo que recibir Colombia la mala noticia de perder la sede y hacer el ‘oso’ internacional, para que, primero, políticos y no políticos salieran a echarse culpas y a rasgarse las vestiduras ante la avalancha de críticas que empezaron a recibir; y segundo, para ahora sí dimensionar la importancia de un evento como los Juegos Panamericanos y ‘patalear’ para que le devuelvan la sede a Colombia.

Por el momento, queda esperar la reunión en febrero de los 41 países miembros de la organización panamericana para saber si se logra recuperar esa sede, aunque ahí ya no solo habrá que convencerlos de nuevo, sino que también se tendrá que disputar ese honor con otras ciudades como Sao Paulo (Brasil) y Asunción (Paraguay).

Ojalá que la sede de los Panamericanos se recupere y no se vuelva a vivir una ‘película’ parecida a la de hace casi 40 años, cuando en un hecho hasta ahora inédito Colombia renunció a ser la sede del Mundial de Fútbol de 1986.

Lo que sí es cierto es que nuestros dirigentes cada vez con sus actos demuestran ser inferiores a las responsabilidades que asumen y son el fiel reflejo de su decadencia.

 

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