Enhorabuena se acabó el festín de boletería gratis para los partidos de Llaneros en Villavicencio

El fútbol profesional es un espectáculo que cuesta caro, aquí y en cualquier lugar del planeta. Si no conoce, se lo contamos. Y es mucho más oneroso cuando se tiene un club como el llanerista, que dispone de una nómina de jugadores que hoy es de las más caras de Colombia en el Torneo de Ascenso.

Eso sin hablar de cuánto vale el equipo femenino, porque, para conocimiento de más de uno, Llaneros al igual que América y Santa Fe de la Primera A; es el único de la B con futbolistas vinculadas contractualmente, inclusive, algunas de ellas con contratos a dos y tres temporadas.

Y sin entrar en detalles sobre el costo que le representa las escuelas formativas en Cali, Cartagena, Barranquilla, Soacha, Bogotá, Quibdó y Villavicencio, las participaciones en todos los torneos departamentales y nacionales de todas las categorías, en la Súper Copa Juvenil y en la Primera C. Un dineral mensual.

El festín de boletas regaladas ha servido para hacer populismo, ganar audiencias repartiendo entradas a diestra y siniestra, y claro, para contribuir a copar el estadio Bello Horizonte Manuel Calle Lombana (como siempre le diremos y lo llamará el aficionado que quiere y respeta la historia deportiva metense); sumando, a los verdaderos hinchas llaneristas que pagan, una ‘afición mirona’ que muchas veces ni conoce los jugadores, y que sin sonrojarse, pregunta cuál de los equipos que están en la cancha, es Llaneros.

La feria de la boleta gratis ha sido útil para ganar indulgencias con avemarías ajenas, y para que, como se ha denunciado en varias ocasiones, más de un avivato oportunista aprovechara los tiquetes regalados para hacer su agosto en cualquier mes del año, vendiendo las boletas que nada le costaron; no hay derecho a tanta

desvergüenza. Los efectos y las consecuencias adversas de ser víctimas del propio invento. ‘Errar es de humanos y corregir de caballeros’.

Dicen que de ‘buenas intenciones está lleno el camino al infierno’. Es valorable y reconocible la buena intención que ha tenido el presidente de Llaneros S.A., Juan Carlos Trujillo, de incentivar la asistencia y el acompañamiento al equipo, estimular a los patrocinadores y generar afición a través de donar boletería; visto desde esa perspectiva, el objetivo es plausible. Sin embargo, sabido es que todo acto bien intencionado, no es necesariamente un acto bueno. Alimentar la cultura del no pago, es totalmente inconveniente y perjudicial, y más en una plaza que se proyecta para contar con la liga de primera división.

Mirar el estadio Macal lleno, con una buena cantidad de ‘mirones’ en las tribunas, entre los espectadores fieles que sí pagan, termina siendo un espejismo. En apariencia es favorable y positivo, mas a la hora de nones, la taquilla es pírrica. Con vídeos y fotos del escenario repleto; no se paga a los jugadores, al cuerpo técnico, ni se financian los elevados costos por los que debe responder Llaneros mensualmente. Es elemental para entender.

Cómo muchas veces lo hemos publicado: ¿Qué sería de la industria cinematográfica si a las salas de cine se ingresara con boletas regaladas?, sencillo, ya no existiría. Sería cosa del pasado y un fracaso comercial. Cuando vamos a mirar una película, además de gozar el filme y de comer palomitas, con lo que pagamos sostenemos el negocio, aportamos para pagarle a los actores contratos multimillonarios y ayudamos a financiar el valor de la producción.

El genuino aficionado del fútbol o de cualquier deporte profesional, nunca espera que le obsequien una entrada, al contrario, se siente orgulloso de comprarla, la enseña con satisfacción y se complace sintiendo que, con lo pagado, pone un grano de arena importante con destino a fortalecer las arcas económicas del club que le da alegrías: Logra distintos propósitos a la vez, va al estadio, aviva a su equipo y aporta a la institución que lo apasiona.

El estadio Bello Horizonte debe llenarse, claro que sí, ojalá en todos los partidos donde Llaneros es anfitrión. De hecho, la excepcional campaña que hace en el Torneo Betplay, es razón más que suficiente para que sus aficionados lo respalden masivamente (cada seguidor empujando es un jugador más en la cancha). Pero debe colmarse con verdaderos hinchas que entiendan que su satisfacción es completa, si han adquirido la entrada. ‘Al gratín no, mijo’.

Precios muy accesibles son de la boletería de los tres partidos de Llaneros en la semifinal. Para la muestra un botón. En Armenia, una ciudad a la cual dobla en población Villavicencio que bordea 600.000 habitantes, capital de un departamento en el que vive la mitad de residentes que hay en el Meta, que está por 1.200.000, y que tiene capacidad adquisitiva muy inferior a los metenses; las boletas para el juego Quindío vs Llaneros costaban: Tribuna Occidental $50.000; Oriental $27.000; Sur $27.000 y Norte $15.000. Para entrar al Macal: Occidental $40.000; Oriental $25.000; Norte y Sur $10.000 (hay descuentos que benefician a los abonados y a quienes poseen tarjetas de asociados).

Llaneros es una institución de tipo A que compite en la B. Aunque el ojo del aficionado se queda en lo que mira en el juego, hay que decir que es de tanta dimensión el proyecto empresarial llanerista, que los mecanismos para comprar las boletas le permiten hacerlo presencialmente en el estadio o en la sede administrativa del club ubicada en el barrio El Caudal, o digitalmente pagándolas por medio de tarjetas débito o crédito. Cosas del mundo moderno al que ya entró Llaneros, por lo que comprar la entrada es muy fácil.

Nota: Llegó la hora de que veamos el estadio de Villavicencio ocupado ‘hasta las banderas’ con hinchas que compren los tiquetes para ingresar, y que, así como sucedió en la final del segundo semestre de 2017, cuando el equipo llanerista enfrentó a Leones de Itagüí; demuestren con hechos, que no necesitan que le den una entrada regalada para evidenciar todo lo que apoyan a Llaneros FC.